La noticia del pasado mes de julio en la cual cuatro jóvenes de entre 17 y 21 años, de clase alta y acomodada, eran detenidos por robar en chalés de Madrid para probar qué se experimentaba durante el robo y que los periódicos titularon como ladrones del subidón, es un fiel reflejo de los tiempos que corren.
Por un lado está el exceso de tiempo libre del que dispone la juventud y que a veces lleva a caer en el aburrimiento, pero también está el hecho en sí de que ciertas conductas no van a ser excesivamente castigadas sino que más bien serán los padres de estos hijos mimados los que paguen los daños. Es habitual que la juventud busque experimentar nuevas sensaciones y tener experiencias diferentes; pero también ciertos comportamientos muestran que los mecanismos de los que dispone esta sociedad para corregirlos son deficitarios y no son válidos. Extrapolando estas conductas antisociales al terreno de la educación es bastante habitual el que a un profesor lo amenace un alumno con pincharle el coche o con rayárselo; ante tal hecho parece que nuevamente son los padres los que reparan el daño pero además del castigo que deberían tener los alumnos o los jóvenes anteriormente citados cabría preguntarse el cómo se ha llegado hasta estas situaciones que para mí son aberrantes.
Hoy en día la permisividad es excesiva y además si se emplean términos como castigos, disciplina, etc... uno puede ser tachado de ser intransigente o reaccionario, sin embargo estamos continuamente viendo las consecuencias, y es que los comportamientos son aprendidos no solo por los modelos a los que continuamente están siendo expuestos desde niños, sino por las consecuencias que se derivan de los mismos; y si mis padres responden de mis actos más bien estoy aprendiendo a ser un irresponsable y a facilitar que la próxima gamberrada sea de mayor calibre puesto que siempre va a existir un adulto que responda por mí. La propia sociedad crea sus mostruos y esto nos hace ver que el mal no está tanto en supuestos desajustes bioquímicos sino en la escasez de valores y de normas.
El propio escritor Antony Burguess ya señaló en la novela La naranja mecánica (1.962) posteriormente llevada al cine por Stanley Kubrick, los peligros de una sociedad futura donde la violencia y una sociedad deshumanizada hacen que una pandilla de jóvenes aburridos den rienda suelta a todo tipo de conductas violentas.
Pues fíjate, es probable que esos chavales hayan visto la peli de "La naranja mecánica" y hayan querido imitar a sus protagonistas, pues hasta tal punto están, estamos, acostumbrados a imitar los modelos de la pantalla. La cuestión es si tienen la capacidad de ver la pelicula con el espíritu crítico necesario o con el espíritu del espectador de Gran Hermano. Esto sumado a la educación en la irresponsabilidad de la que hablas.
ResponderEliminarTambién estos últimos días hablan los medios de comunicación de la última práctica juvenil-veraniega: "el balconing" que consiste en lanzarse a la piscina desde la terraza del hotel con el higado previamente remojado en otros líquidos. Al menos con esta práctica no dañan a los demás, si tenemos la precaución de no pasar por debajo de las ventanas de los hoteles, claro.
Un abrazo, Edu. Que sea la primera de muchas otras.
Felicidades Edu, por dar este paso y ponernos a pensar en lo que estamos haciendo con nuestros hijos y las consecuencias que eso puede tener para nosotros y el resto de la sociedad.
ResponderEliminarUn beso, te seguiremos atentamente.
En mi época teniamos otras formas de tener un subidón de adrenalina donde teníamos que poner todos nuestros sentidos pues implicaba un riesgo, la escalada, el esquí en pendientes extremas, bajando desde cumbres en esquies, ya de por si complicadas de subir, largas horas de gimnasio para estar en forma, buceo a pulmón libre durante horas, aficiones deportivas que colmaban todas nuestros afanes de riesgo, ahora tienen puenting y paracaidaising, si así se escribe ese gerundio.
ResponderEliminarDemasiado tiempo de ocio, el disponer de un exceso de tiempo libre, el no tener expectativas en la vida, la inmadurez, causan estragos y lo triste es que sus padres..no se enteran o no se quieren enterar.
Añoro aquellos subidones legales, me hacían sentir mas que bien.