La sabiduría de los diferentes
Con el paso del tiempo, he adquirido la sana costumbre
de no leer la carátula de la parte posterior de los dvds de cine, con la única
pretensión de no ir por delante en el argumento. Y así, una vez más lo hice con
la película titulada Séraphine del
director Martin Provost de 2.009.
Ambientada en Senlis una pequeña
población de Francia en 1.913 justo
antes del estallido de la llamada Gran Guerra y posteriormente cuando ya hubo
una segunda guerra conocida como I
Guerra Mundial narra las vicisitudes de una mujer de 42 años que se gana la
vida limpiando casas y con el poco tiempo que le queda se dedica a pintar. Un
marchante alemán llamado Wilhem Uhde descubre la faceta artística de Séraphine y a partir de ahí se estable
una relación bastante especial entre ambos.
A medida que avanzaba la película me
parecía una ficción bien construida, pero
cuál sería mi sorpresa al constatar cuando terminó que en los extras
hablan de el Museo Maillol, donde se
encuentra gran parte de los cuadros de la pintora y que todo está basado en una historia
real que abarca desde 1.913 hasta 1.935
pasando por sucesos tan importantes en la historia de Europa y del mundo como
la I Guerra Mundial y la crisis de 1.929.
Siempre me ha parecido interesante los
misterios que rodean la creación artística, y esto me remite a lo que decía el
escritor Stefan Zweig: “de todos los
misterios que encierra el mundo, el de la Creación ha sido desde el principio
el más misterioso; por ello todos los pueblos y religiones se han mostrado
concordes en asociar el hecho de la Creación con la idea de lo divino”. No en
vano la propia Séraphine dice que la
inspiró un ángel para poder pintar. Aquí converge el que más bien padecía una psicosis y en su delirio manifiesta la aparición de un ángel que le otorgó ese don.
Sin embargo, la película en ningún momento bascula hacia las explicaciones
psicológicas, sino que más bien centra su interés en la relación entre ella y
el marchante W. Uhde ya que entre
otras casas también limpia la del alemán, y es ahí donde Séraphine descubre a Uhde
llorando ( Wittgenstein decía que
basta un solo día para conocer los horrores del infierno y aún así sobra tiempo
) situación que demuestra la sabiduría
de los alienados o “locos” diciéndole a la mañana siguiente : “ sabe señor,
cuando estoy muy triste salgo a pasear por el campo y abrazo los árboles, hablo
a los pájaros, a las flores y a los insectos y se me pasa”.
En otra interesante conversación Uhde le dice que cree en el alma, y esto es lo que nos hace estar
tristes a diferencia de los animales, sin embargo Séraphine discrepa ( podría decirse que mantiene un cierto panteísmo ) manifestando que cuando a
una vaca le quitan a su ternero esta se pone triste.
Parafraseando al escritor Michel Houellebecq ella sabía
que el mundo es un sufrimiento desplegado y consiguió articular su sufrimiento
a través de una estructura – en su caso la pintura- para así mostrarnos un
mundo diferente pero hermoso.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=eiyk5pSKUf4
Después de leer tus anotaciones, ver esta película ya no es una curiosidad sino un objetivo. Gracias por descubrírmela
ResponderEliminarDe nada. Es un placer compartir intereses afines.
ResponderEliminarUn abrazo, Eduardo