De ruta por los diferentes infiernos
En el año 2.001 el National
Book Award, como se le conoce en Norteamérica al premio al mejor libro de no
ficción, fue para El Demonio de la
Depresión de Andrew Solomon.
Este libro es todo un atlas de la depresión, iniciándose con el propio episodio
que vivió el autor y avanzando a lo largo de más de 600 páginas donde se
abordan desde los tratamiento más frecuentes, hasta las alternativas más
curiosas, pasando por las diversas formas de afrontar las crisis en países tan
diferentes como Camboya, Senegal o Groenlandia. Aborda el problema desde una
perspectiva tanto personal, como científica, pero además cultural y de ahí ese
carácter de atlas.
Solomon comenta al inicio
del ensayo que tardó cinco años en escribir el libro, y que esto le permitió
conocer a personas muy distintas, así como las diferentes formas que
adoptaban para luchar contra sus
demonios. Es conveniente tener en cuenta que en inglés el libro se titula: “The
noonday demon”, los demonios del mediodía una metáfora usada desde la Baja Edad
Media para designar lo que desde el Renacimiento sería la melancolía y en
nuestra época la depresión.
En 1.991 el autor perdió a
su madre, rompió una relación afectiva y volvió a vivir en EE.UU, sin embargo
el derrumbe sucedió en 1.994, y como muy bien explica, lo contrario a la
depresión no es la felicidad, sino la vitalidad; la incapacidad para las tareas
más cotidianas como el simple acto de preparase la comida, darse una ducha o
contestar a las llamadas que amigos y familiares dejan en el contestador,
puesto que incluso las actividades más sencillas resultan difíciles de
realizar. Llegando a ese punto cero de activación y teniendo que ocuparse su
propio padre de él, Solomon comienza a tomar antidepresivos y asistir a terapia
(conviene aclarar que el padre de Solomon, es el presidente de una fabrica de
productos farmacéuticos) en concreto a hacer psicoanálisis, donde resulta
curioso que se compromete con la psicoanalista hasta que se termine de
psicoanalizar a pesar de encontrase bien.
A lo largo del libro se va
desvelando la relación edípica que mantenía con su madre, así como los
conflictos que le causaba una homosexualidad no asumida. Todo esto va
entretejiéndose a la par que se adentra
en las sucesivas recaídas que le provocaba sus estados de ánimo, así como su
completa y definitiva recuperación. Hay
que destacar que este libro tan documentado ( tiene 130 páginas solamente de
notas, ya solo esta parte es propiamente un libro ), y sin embrago, ha sido
objeto de críticas como en el blog de la psicoanalista Alice Miller que realiza un incisivo ataque a la obra y a Solomon.
Alice Miller la psicoanalista dice: “lo que necesitamos es más profundidad, no
amplitud; más profundidad en lo que causó los diversos episodios depresivos del
autor.” Las causas de las perturbaciones mentales están en el núcleo de la
psique, no en la superficie que un erudito atlas puede explorar, continua Alice
Miller.
Para Miller sería
recomendable que Solomon practicase la terapia
Forward, que recomienda al adulto deprimido que lea una carta vindicativa a
la difunta madre en frente de su tumba- esto también tiene mucho de ritual- a
fin de alcanzar la paz interior.
Pero además, las críticas
por parte de esta psicoanalista a la obra de Solomon van en la dirección de no
reconocer el factor placebo que poseen los antidepresivos, así como los
tranquilizantes.
Unas críticas que es
necesario traer a colación, pero que también es conveniente indicar que
proceden desde la postura de una psicoanalista.
En un vídeo de Internet, el
autor Solomon habla a lo largo de unos veinticinco minutos del sufrimiento, la
incomprensión e incluso de la sabiduría que se puede extraer de haber padecido
depresión. Llega a decir que: “si me dijeran que tengo que estar deprimido todo
el mes que viene, contestaría: como sé que terminará en noviembre, lo puedo
lograr, pero si me dijeran: vas a padecer ansiedad grave todo el mes que viene,
preferiría cortarme las venas antes que pasar por eso. La sensación que tenía
constantemente se parecía a cuando vas caminando y te tropiezas te resbalas y
el suelo se te acerca a toda velocidad, pero en vez de durar medio segundo,
duró 6 meses. Es la sensación de tener miedo todo el tiempo, pero sin ni
siquiera saber a qué le tienes miedo.”
Para él la depresión es el secreto familiar que todos tenemos, y
llegar a decir esto demuestra valentía y búsqueda de la verdad. Continúan sus
declaraciones llegando a decir que:” la cuestión no es tanto encontrarle un
gran sentido a la depresión. Se trata de captar ese sentido y de pensar cuando
viene otra vez: va a ser horroroso pero voy a aprender algo de esto. Con mi
propia depresión he aprendido lo fuerte que puede ser un sentimiento, más
fuerte que los hechos reales, y descubrí que esa experiencia me permitió tener
sentimientos positivos más intensos y claros, lo contrario de la depresión no
es la felicidad, sino la vitalidad y en estos días soy vital, incluso en los
días en que estoy triste”.
“Sentí un funeral en el cerebro y me senté al lado
de los colosos en el fin del mundo y descubrí algo dentro de mí que debía
llamar alma, que no había podido definir hasta ese día hace veinte años, cuando
el infierno me cayó por sorpresa. Creo que mientras odiaba estar deprimido, o
que pudiera deprimirme de nuevo, encontré la manera de querer a mi depresión.
La quiero por que me obligó a buscar la dicha y a aferrarme a ella. La quiero
por que todos lo días decido, a veces con valentía y otras con lógicas
inesperadas aferrarme fuerte a los motivos para vivir. Y esa me parece es una
alegría enorme y privilegiada”.
Un
párrafo que encierra mucha fuerza y sabiduría a cerca de la depresión y la
vida.
Simplemente añadir que la dedicatoria del libro El
demonio de la depresión me llamó la atención pues dice: “A mi padre, que me dio
la vida no una, sino dos veces”, una elocuente dedicatoria y más si cabe por
que el siguiente libro que publicó el autor en el 2.014 se titula: Lejos del árbol. Historias de padre e hijos
que han aprendido a quererse.
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