Desde
la noche boreal
Siento verdadera predilección por lo escritores que
son capaces de mezclar a partes iguales el relato de aventuras y el humor, para
hablar de temas sociales como la hipocresía o la locura. Arto Paasilinna es un escritor finlandes nacido en 1.942, que antes
de decantarse por escribir narrativa trabajó de guardabosques, como periodista
y que hizo poesía. En su país natal Finlandia es un autor de culto, y sus
libros cuentan con una tirada de más de cien mil ejemplares. Con un título tan
elocuente como mágico El molinero
aullador, editado por anagrama en el 2.004, narra las peripecias de la llegada
a un pequeño pueblo de Finlandia allá por los años 50 (presentado como telón de
fondo la guerra de Corea ) de un curioso personaje que viene del sur- es lo
único que llegamos a saber- que decide comprar un viejo molino abandonado y que
ante las risas y burlas de los vecinos asistimos a la restauración del mismo
por parte de Gunnar Huttunen como se llama el molinero, que lo tildan de loco.
Pronto el comportamiento de Huttunen causa sorpresa y cierta preocupación,
puesto que en determinadas noches en las que se encuentra con buen ánimo
consigue realizar imitaciones de animales y sus sonidos llegando a animar a los
vecinos con su espectáculo circense, pero cuando cae abatido por la tristeza
más profunda el molinero aúlla manteniendo a todo el pueblo despierto y
provocando los ladridos y aullidos de los perros del lugar y de los
alrededores. A consecuencia de los disturbios que ocasionan estos aullidos y
aconsejado por la dulce y adorable Sanelma Kayramo la asesora agrícola, logra
convencerlo para que visite al médico del pueblo. Este no escucha al molinero y
solo está interesado en hablarle de las ultimas veces que salió de caza y de
como se le escapó un oso, así que el molinero sale de la casa del médico con
unas pastillas para utilizar cuando se sienta triste como alternativa a usar el
aullido, pero al tomarlas sólo consigue que el pobre Huttunen caiga en un
estado de euforia que le lleva a entrar en todas las casas del pueblo, a no
poder estarse quieto y sentir una imperiosa necesidad de hacer algo con tanta
energía. Inevitablemente esto provoca el que lo crean más loco de lo que ya lo
creían con anterioridad, y ante tal situación lo ingresan en un manicomio.
Cuando el molinero se encuentra en el manicomio dice:
“ un hombre podía volverse loco si no conseguía salir pronto de aquel lugar” y
así es la descripción del manicomio que resulta ser un lugar horrible, a lo que
conviene añadir las entrevistas con el psiquiatra que muestran la verdadera
locura del profesional más ocupado y preocupado en diagnosticar y etiquetar a
Huttunen diciendo que padece una psicosis
de guerra, ( pues según parece combatió en la II guerra mundial) , que en
ayudarlo. Pero las peripecias no hacen más que aumentar y escapará del
manicomio y volverá al pueblo, y con él el aullido resurgirá.
La locura
real de la sociedad está bien
radiografiada al mostrar que los supuestamente
normales fingen estar tullidos, viven pensando en seguir enriqueciéndose a
costa de que la guerra de Corea continúe ya que siguen exportando madera, y un
sinfín de miserias sirven de engrase en el funcionamiento del pueblo.
Mientras, el supuesto loco se permite frases del tipo:
“ no me fío de los bancos en los que sin un rifle no le permiten a uno retirar
su propio dinero”.
Y así, se convierte en un molinero sin molino,
perseguido y obligado a ser un ermitaño. “ Por las noches Huttunen se
despertaba para contemplar las estrellas en el pálido cielo del verano y
empezaba a canturrear, su voz pronto se convertía en un apagado quejido que iba
creciendo hasta componer un desgarrador aullido, como los de antes, y la boca
del ermitaño emitía un incontenible grito salvaje. Aquello conseguía calmarlo.
Cuando aullaba dejaba de sentirse solo; escuchaba su propia voz como ajena,
puesto que era un voz animal”.
Entre persecuciones, aullidos y demás trascurre la
acción de este rebelde ecologista
maniaco-depresivo que con su curioso aullido pretende zarandear las
conciencias de una comunidad que vive en su locura diaria.
Una fábula sin desperdicio, con crítica social y
acidez para así desvelar los resortes que mantiene las sociedades y sus enormes
contradicciones. En definitiva un autor que no deja indiferente y a tener en
cuenta.
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