Tiempos oscuros
Casi todos los amigos o
conocidos que tengo trabajando en educación, se quejan fundamentalmente de la
cantidad de burocracia a la que se tienen que enfrentar en su labor docente, y
de los problemas de disciplina del alumnado. Si unido a esto, añadimos el que
los planes de estudio cada cierto tiempo cambian en la dirección de suprimir
horas de la signatura de filosofía, para añadir a la asignatura de religión, el
recortar horas en educación musical y en plástica, el cóctel es perfecto para
crear ese hombre unidimensional que también describió H. Marcuse allá por
1.965, un individuo eminentemente práctico, técnico, este sistema daría lugar, según el autor, a un
universo unidimensional, con sujetos con "encefalograma plano", donde
no existe la posibilidad de crítica social u oposición a lo establecido. Es de
sobra conocido el que médicos o ingenieros recién licenciados se vanaglorian de
no haber leído jamás una novela, como si esto fuera un motivo para
enorgullecerse, cuando más bien es preocupante.
Se supone que la educación integral del niño va
encaminada al desarrollo de todas las capacidades para hacer de él un ciudadano
responsable, libre etc…que le permita desenvolverse en este mundo globalizado
del siglo XXI que nos ha tocado vivir, pues bien, la filosofía como decía el
escritor Luis Landero en un artículo que deberían leer todo político, sirve:
“para defendernos de las banalidades y desenmascarar los discursos baratos,
tramposos y fatuos de la mayoría de los políticos.” En definitiva, constituyen
un arma sumamente eficaz para poder tener una opinión crítica frente a este
mundo, sus injusticias y también poder razonar con mediana claridad, entre
otras muchas cosas, casi nada.
En cuanto a la educación musical se refiere, en
este bendito país, esta asignatura siempre se la considerado más bien de
segunda, una maría y pocas personas tocaban un instrumento hace unas décadas.
Evidentemente también se puede vivir bien sin haber escuchado a Beethoven con
la debida atención, y además no leer ninguna novela, pero curiosamente cuando
un niño siente la música se pone en movimiento, percibe ritmo, manifiesta
alegría- algo que no se siente en nuestra calles, ni nuestras ciudades-, si
hasta las canciones de cuna poseen la función de calmar, tranquilizar al niño,
y además de trabajar la memoria, la atención y la concentración. La música nos
aproxima a la parte espiritual del hombre, incluso se puede decir que todas las
ceremonias o rituales importantes están impregnados de la música.
La neurociencia tan en boga en la actualidad,
ha descubierto hace tiempo los beneficios para el sistema nervios de escuchar a
Mozart, pero sin la necesidad de acudir a lo que la ciencia descubre y afirma
basta con oír al escritor Kurt Vonnegut: “la música hace que casi todo el mundo
disfrute la vida más de lo que la disfrutaría sin ella.” Capaz de cambiar los
estados emocionales del hombre, quién no se animado en un mal día cuando
escucha una determinada música.
Pero además, antes de escuchar hay que estar previamente
en silencio, y ese silencio indica una
disposición previa, una apertura y
respeto hacia lo que va a venir, aprendiendo a
estar quieto y en silencio, dos aspectos básicos y necesarios en la educación.
En cuanto a la educación plástica se refiere
también se la ha considerado una maría, pero constituye una actividad que
permite el que se trabaje con el “yo
observante”, que quiere decir esto. El psicólogo Russ Harris lo explica así:
“el yo observante es distinto del yo pensante. El yo observante no piensa, es
esa parte de ti, encargada de la concentración, la atención y la consciencia.
Aunque pueda observar o prestar atención a tus pensamientos, no puede
producirlos.
Imagínate que contemplas una puesta de sol
extraordinaria. Hay momentos en los que no haces más que mirarla. Tu mente está
tranquila, no discurren pensamientos por tu cabeza, simplemente registras los
muchos colores del espectáculo que tienes ante tus ojos. Esta vez el que está
manos a la obra es tu yo observante: está observando, no pensando.
Entonces interviene tu yo pensante: - vaya,
mira cuantos colores. Esto me recuerda esa puesta de sol que vimos el año
pasado durante las vacaciones. Ojala tuviera mi cámara. Es tan bonita, parece
sacada de una película-. Cuanto más atención le preste tu yo observante a los
comentarios del yo pensante, más perderás el contacto directo con esa puesta de
sol.” Pues bien, cuando un niño se concentra en el dibujo o la pintura que
realiza y se le ve enfrascado, concentrado y que además disfruta, está interviniendo
ese yo observante, que además le permite descansar su mente de otras
actividades académicas, aprendiendo a observar se abre la puerta para llegar a
contemplar y por lo tanto fluir con la actividad, se produce la ruptura con el
tiempo lineal y sentimos que el tiempo ha pasado más deprisa; de ahí que muchas
personas comentan, adultos y niños: “cuando pinto me relaja” o “parece que está
en Babia cuando se pone a dibujar.”
Como decía el psicólogo soviético L. S.
Vygotsky en la obra La imaginación y el arte en la infancia: “es
precisamente la actividad creadora del
hombre la que hace de él un ser proyectado hacia el futuro, un ser que
contribuye a crear y que modifica su presente.”
Quizá, lo que realmente le interesa a los que
nos gobiernan es crear individuos sin capacidad crítica, ni cultura o
sensibilidad artística, para que sean futuros consumidores pasivos y dóciles,
fáciles de dirigir y que estén tiranizados por la pluralidad de objetos de
consumo y en perpetua rivalidad entre ellos, para que así el sistema esté bien
engrasado y continué funcionando.
Suscribo lo que Luis Landero decía: “diríase
que hay una conjura para que estas cosas sean así. No de otro modo se puede
interpretar el desprecio y la saña con que nuestros gobernantes persiguen las
humanidades en las escuelas y a la ciencia y a la cultura allá donde se
encuentre. Como si hubieran recibido de ellas una afrenta que hay que vengar y
reparar.”
De acuerdo en todo, Eduardo, y me gusta mucho esa correlación observar-contemplar-fluir.
ResponderEliminarSolo discrepo en una cosa: no creo que nuestros gobernantes se planteen siquiera qué tipo de individuos se están formando: simplemente se pliegan a lo que ellos consideran exigencias del sistema económico actual, lo que casualmente coincide con sus intereses personales y confunden así lo útil con lo utilitarista. A partir de ahí todo lo demás son efectos colaterales que les traen completamente sin cuidado.
Un abrazo.