En
dirección al precipicio
Los hábitos van
cambiando o variando a medida que cambian los tiempos, y así parece que sucede
con el fumar que ahora lo pretenden hacer electrónico. Las tiendas específicas –pues
sólo vende eso- que ofrecen el producto sólo venden ese cigarrillo electrónico
recargable y que con tu flamante cargador recargas en casa. Toda una maravilla.
Quizá queda
demasiado lejana para algunos la imagen de las películas del oeste, donde
ciertos personajes mascaban tabaco en un acto de una fisicidad realmente propia
de la rudeza y dureza de aquel mundo, así como el encender un puro en una ocasión
especial y fumárselo con la lentitud que se merece ese placer y ese momento.
Existía y existe
un planta, y sus productos eran los que se aspiraban y se exhalaban, existía un
proceso de combustión, el fuego, que siempre acompañó al hombre y lo convirtió en
parte de lo que somos y además lo portaba en la boca, se olía, se saboreaba, se
tocaba un vegetal -no perdamos esto de vista- además de compartirse y crear
cierto compañerismo o camaradería entre los que compartían el hábito de fumar
pues siempre había alguien sin tabaco o sin encendedor, así como el que siempre
tenía unas cerillas a mano, formaban parte de las paradas en el trabajo; incluso
cabe señalar que el estanco no sólo ofrece tabaco.Resulta prácticamente imposible
concebir el mundo moderno sin el tabaco, sería como imaginar el siglo XXI sin teléfonos
móviles; sin embargo despegándonos más y más de la tierra y sus productos y a
fuerza de multinacionales, modas y snobismos cada vez más absurdos, nos encontramos con esta situación que a mi me
resulta cuanto menos curiosa, pues cada vez más personas abandonan el hábito de
fumar tabaco, pero a la vez se las pretende que fumen electrónicamente
hablando. Quizá lo que se prende es que cada uno tenga su cigarrillo electrónico,
y su cargado electrónico, es decir hacia la dirección de la atomización de todo
y con todo.
Llevar en la boca
algo electrónico es un paso más en la dirección que vamos y que pretenden, así
como darse un paseo por el campo y coger una hierba y llevarla en la boca
saboreando su frescor es ir en otra dirección.
Y para redundar en la paradoja dicen que son tan malos para la salud como el propio tabaco, pero hay que consumir y consumir lo que sea, muy bueno Edu.
ResponderEliminarVamos hacia un mundo que ya no es el nuestro. Y nuestro mundo parece ir quedando reducido a una cierta marginalidad, incluso quien sabe si a una incierta clandestinidad. No, si al final aún acabaremos divirtiéndonos....
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.