Los ojos de la piel
De nuestro cinco sentidos
el menos investigado es el tacto, y sin embargo, es el que primero se enciende cuando venimos al
mundo, y el último en extinguirse una vez que lo abandonamos mucho después de
que la vista y el oído dejan de funcionar nuestras manos siguen siendo fieles
al mundo, como si el tacto con nuestro entorno o con la mano de quien nos
acompaña en la última y definitiva despedida aún siguiera siendo necesaria.
Resulta sumamente curioso que es el único sentido
que tenemos extendido por todo el cuerpo y que no sólo nuestras huellas
digitales son únicas, sino que nuestra distribución de poros también es única,
se podría decir que Lord Byron se adelantó y acertó con aquella afirmación
diciendo que “todos estamos diferentemente organizados” hasta en los niveles de
piel.
Ya en los
años 80 más en concreto en 1.988 el periódico New York Times publicó un
artículo sobre el papel crítico del contacto en el desarrollo infantil llegando
a las siguientes conclusiones: los bebés masajeados aumentan de peso un
cincuenta por ciento más que los no masajeados, son más activos, se mantienen
más alerta, se orientan más deprisa y captan mejor las emociones. Y a la
inversa los niños que son criados en hogares emocionalmente destructivos dejan
de crecer. “El tacto es mucho más esencial que nuestros demás sentidos, es
básico en nuestra especie y la clave de la misma” como dice el investigador
Saul Schanberg.
Las manos son las auténticas mensajeras de la
emoción, tal es así que incluso en el lenguaje utilizamos la expresión “te
echaré una mano”. Existen múltiples
expresiones táctiles como cuando decimos que determinada música “me toca” a nivel
de erizamiento de piel. O cuando en psicoterapia el psicólogo Irvin Yalom habla
de que para que se produzca el verdadero cambio en el paciente hay que llegar a
“ tocarlo ” en lo más profundo.
En la actualidad y pese a encontrarnos en estos
tiempos de pensamiento líquido como sostiene el sociólogo Zygmunt Baumant de
una sociedad banal y consumista (aunque yo sostengo que son más bien
líquido-turbios y vaporosos ) donde la presencia de la cibernética es
abrumadora y quizá de tanto contacto con teclas, botones y pantallas múltiples provoca el que cada vez más personas buscan y
realizan actividades manuales o que los pongan en contacto con sus cuerpos;
desde el baile, hasta acudir a un spa o a clases de yoga, pasando por ir a un
masaje, tal parece que el desarrollo científico y técnico fuera por un lado y
nuestra aspecto esencialmente humano estuviera en el extremo diametralmente
opuesto. En definitiva, que el tacto es
tan importante como la luz del sol, y que quizá por una excesiva predominancia
de los medios audiovisuales nos hemos olvidado como siempre de lo más próximo e
importante.
La emoción de lo táctil, la memoria ancestral de lo manual. Siempre me maravilló más la artesanía que la magia. Y de la magia lo que más me gusta son los juegos de manos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hay nada que supere al contacto de una mano, realmente es cuando se sabe lo que le importas a los demás.
ResponderEliminarEstupenda entrada Edu.