Sin motivo aparente
Hay personas que tienen una
vida en la que supuestamente no les falta de nada, pero aún así se encuentran
mal- desanimados, infelices- cada cierto tiempo experimentan episodios de
angustia o ansiedad, pero no logran entender a que se debe, y además ocurren
con más frecuencia e intensidad en el tiempo. No entienden que la ansiedad o la
angustia o la apatía prolongada son señales que les están indicando que “algo”
va mal en sus vidas, y a veces, en lugar de entender que les está diciendo esas
emociones, prefieren callarlas con el alcohol o psicofármacos, tapando
momentáneamente o a corto plazo el problema principal y agravando la situación.
Muchas veces, el tener
demasiados compromisos sociales o familiares y no saber decir que no a tiempo
(como decía un amigo: estoy sometido a un bucle de compromisos sociales de los
cuáles me es imposible salir) genera el que uno está permanentemente volcado en
los demás; y el atreverse a decir no ocasiona que a familiares o amigos les
parezca mal. Si además, la persona tiene un trabajo que sólo le sirve para
estar a flote, donde no se siente realizado y el ocio es para recuperarse del
trabajo y la familia, tenemos los condimentos necesarios para que la persona se
encuentre mal. El atrever a preguntarse que desearía hacer con su vida, es un
primer paso para dejar de autoengañarse, pero es necesaria cierta valentía y
estar abierto a cambiar. “Que la vida iba en serio/uno lo empieza a comprender
más tarde”, dijo en Las personas del verbo Jaime Gil de Biedma.
La contradicción entre lo
que se posee y lo que verdaderamente se necesita, entre las expectativas
personales y la realidad, dan lugar a continuas frustraciones de las que es
necesario escapar. Recuerdo la magnífica película de Sam Mendes American Beauty
donde el protagonista interpretado por Kevin Spacey dice:
“ lo peor de todo no es que de hecho las
cosas vayan mal, sino el no darse cuenta de cuándo empezaron a ir mal, de en
qué momento las líneas maestra de la felicidad empezaron a quebrarse”.
Se puede decir que la vida
que tiene sentido es la de aquel hombre que ha ganado la libertad suficiente
como para poder discriminar lo importante de lo insustancial, habiendo
aprendido con ello a saborear la belleza de “las pequeñas cosas”.
En el libro: Cine con
sentido. Escapando de Matrix, de Javier González y Laura Díaz se afirma respecto a la película anteriormente
citada American Beauty, pero que vine al caso para las situaciones que al
principio de este artículo hablaba que: hay un simple pero trascendental paso
que separa la actitud del hombre-autómata, incapaz de construirse como
verdadero protagonista de su vida, de la del hombre libre que encara su
travesía vital sin dejar engatusarse por sucedáneos, por falsas apariencias,
por las estúpidas lucecitas de la sociedad de consumo, por las ideologías
ajenas que hipotecan nuestra felicidad y nos alejan de las verdaderas fuentes
del sentido, tan cercanas a nosotros y tan ocultas. Sólo de esa manera el
“vivir” adquiere un sentido, cuando menos tolerable, sólo así la vida puede llegar
a ser algo valioso. “ La vida no debe ser una novela que se nos impone, sino
una novela que inventamos”, dijo Novalis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario