Lo que las personas hacen en el tiempo libre muchas veces es un reflejo de su personalidad. Una vez concluidas las responsabilidades laborales e incluso las familiares, es cuando uno dispone de tiempo libre para el ocio, y parece ser que pese al cansancio de la semana el viernes por la tarde es cuando las personas se encuentran con el ánimo más elevado; sin embargo, el domingo por la tarde el ánimo decae para alcanzar la cota más baja probablemente cuando el lunes se despierte.
Esto parece indicar más bien un reflejo de cómo los ciudadanos por semana no disponen de tiempo para sí mismos, y por otro lado lo que promete el fin de semana a veces ni siquiera se ve cumplido ni en parte, o bien por depositar muchas esperanzas en él, porque el tiempo atmosférico falló o por cualquier otra contingencia. Como los estados anímicos dependen de lo que hacemos, incluso del qué y con quien, estaría bien comenzar por introducir cambios en la propia dinámica diaria y cotidiana, y muchas veces aprender a decir no a ciertos compromisos siendo fiel a uno mismo; incluso saber que viviendo con satisfación cada día (aunque sea un día laboral) conseguiremos además no depositar falsas esperanzas en el fin de semana.
Sin embargo, hay personas para quienes, al contrario, el tiempo libre es un suplicio o cuanto menos un aburrimiento, y no sabiendo que hacer con él, se entregan a cualquier ocio pasivo con tal de pasar el rato, o más bien matar el tiempo, si no es el paso del tiempo aburriéndose el que acaba por matar a uno; y para que esto no suceda es coveniente atreverse a realizar actividades nuevas, librándose de prejuicios y miedos, así como aprender a relacionarse mejor para ampliar la red social. Como dato curioso, se dedica más tiempo a la relación a través de las redes sociales que a las reales, y esto es que la vida de ficción ha suplantado la realidad; así que para no acabar teniendo una vida de ficción, cambiar es necesario.