martes, 11 de octubre de 2011

Aprender a tomar las riendas de la vida

Venimos al mundo en un determinado momento histórico y en una determinada familia, incluso en un orden particular de nacimiento, y a partir de ahí comienza nuestra andadura o más bien la singladura de la vida.

Una metáfora que refleja bastante fielmente la vida del hombre sería la del ring, donde la colchoneta es la incertidumbre que caracteriza toda vida, de ahí el carpe diem tan ensalzado por los griegos entendido como saber vivir en el aquí y ahora, aprovechando lo que el momento te ofrece y dejando la anticipación en suspenso, así pues, afrontar con serenidad el hecho de que el futuro de todo el mundo es inevitablemente incierto y por lo tanto saber navegar la incertidumbre exige un alto grado de fortaleza, y lo contrario, la escasa o nula tolerancia a la incertidumbre se convierte en un gran elemento patógeno en la vida de toda persona.

Una vez dentro del cuadrilátero las cuatro cuerdas o preocupaciones esenciales frente a las que se debate la vida son: la muerte, la libertad, la soledad y la carencia de sentido. El enfrentamiento del individuo con cada lateral de cuadrilátero -siguiendo con la metáfora- o también entendido como hechos constituye el contenido de un conflicto dinámico existencial.

La psicoterapia existencial aborda los conflictos que emanan del enfrentamiento del individuo con los supuestos básicos de la existencia, y por "supuestos básicos" me refiero a las preocupaciones esenciales que anteriormente cité, y que ineludiblemente conforman el cuadrilátereo donde tiene lugar o se desarrolla la vida, pues bien esta psicoterapia liderada por el psicólogo Irvin Yalom propone la adquisición de fortaleza frente la angustia por la muerte, la toma de responsabilidad ante la libertad, el aprendizaje de la soledad y la búsqueda de sentido en la vida. Por lo tanto, esta forma de abordaje terapeútico fortalecería al ser humano y lo ayudaría a comprenderse para así poder ser un púgil lo bastante experimentado y duro como para poder desenvolverse en la vida con suficiente soltura. Esto contrasta bastante con unos tiempos como los actuales, donde más bien no se fomenta precisamente el que las personas afronten y acepten las dificultades, sino más bien el que se busquen subterfugios o también la evitación de los problemas. Así pues, tanto si queremos como no, la vida nos obliga a escoger y tomar decisiones, y una vez en el cuadrilatero la lucha está servida, de nosotros depende la forma que adoptemos para afrontar nuestras decisiones vitales.