jueves, 31 de marzo de 2011

También la grasa es bella

Es relativamente frecuente en una comida con familiares o amigos que te digan las calorías que tiene el plato que vas a comer. Traducir la comida en calorías es cuantificar la ingesta y además posee la connotación con su contrapartida - haz y envés- que tendrás que realizar no sé cuantos kilómetros caminando o corriendo para bajar las calorías ingeridas, porque sino, evidentemente te recordarán que engordarás. Así pues, parece ser que la grasa está mal vista, aunque si la tenemos, por algo será ya que está científicamente demostrado y contrastado que tener un ligero sobrepeso es saludable de forma que si el organismo tiene que afrontar una enfermedad cuenta con los recursos necesarios para plantar cara a esta situación; de ahí que un poco de grasa sea síntoma de salud y no precisamente de enfermedad.


Sin embargo, como la política de la imagen pesa tanto, se sobrevalora demasiado la delgadez viéndose ésta como sinónimo de autocontrol, de salud y belleza, cuando simplemente es una cuestión de moda y como tal, está creando toda una serie de problemas relativos a la imagen corporal: anorexia, bulimia o una excesiva preocupación por las dietas y el ejercicio de forma compulsiva, que abarca a los dos sexos y que se está extendiendo también a los niños.


Así que hoy en día hay personas, sobre todo mujeres pero también hombres, que se "sienten gordas/os" sin estarlo indicanco con esto su malestar emocional y su disconformidad con su cuerpo. En el libro Ser gordo, sentirse gordo. Claves para el control emocional del peso, del profesor de psicología Isaac Amigo se sostiene la tesis de que la diferencia estriba en que los hombres tienen una imagen más benevolente de sí mismos, mientras que las mujeres tienden a sentirse gordas independientemente de su peso y por lo tanto ésto les lleva a atormentarse por ello. Resulta interesante sumerguirse en la lectura de este libro porque nos ofrece una visión amplia y sugerente sobre el problema de las dietas, los fracasos en bajar de peso, cómo el estrés es un factor que juega malas pasadas a la hora de conseguir los objetivos propuestos y también, cómo no, ofrece la alternativa de saber relativizar el valor del cuerpo en esta sociedad y en definitiva llegar a aceptarlo. Una aportación científica y certera que aclara los mitos y errores que existen en torno a las problemáticas derivadas del peso y que permite hacer más ligera la digestión de tantas calorías de desinformación.

martes, 8 de marzo de 2011

Escuchando la sombra.

En la actualidad el ser humano ha aprendido a deshacerse de las molestias en cuanto éstas aparecen. Así como se acude a un analgésico ante un leve dolor de cabeza, lo mismo sucede cuando se siente ansiedad tomando un tranquilizante o ansiolítico. La diferencia sustancial es que las emociones nos dicen mucho de la situación en la que nos encontramos inmersos, puesto que las emociones son el tono de cómo nos encontramos en cada momento. Al sentir miedo podemos huir, luchar o quedar estratégicamente parados, pero si tapamos esta emoción medicándola no acabaremos por aceptar el miedo, afrontándolo y así, transformándolo en valor. Esta es la base del trabajo del psicólogo clínico en los problemas de ansiedad cuando tiene que enseñar al paciente a dejar de luchar contra sus miedos, pues estos llegan a ocupar todo su campo de atención y le impiden otras formas de relación con el mundo. Es aquí donde las emociones son la principal fuente de preocupación y ocupación, de forma que cuanto más luche la persona por quitarse el miedo o la ansiedad ésta acude con más fuerza, retroalimentándola y no saliendo de la situación, sino más bien enredándose en la lucha contra las propias emociones que siente. Como hemos aprendido a quitarnos lo que nos molesta pretendemos que esto funcione con el miedo, la ansiedad o la tristeza, pero aquí no funciona porque forman parte de uno mismo, como la sombra que no desaparece por mucho que te vuelvas contra ella. Así pues, la aceptación es la actitud más saludable, pero no aceptación en el sentido de resignación sino de apertura y atención plena; puede que sigas teniendo miedo o ansiedad o tristeza, cómo no, pero la cuestión es que no estés atrapado por ellas. Es más, puede que te estén diciendo algo de tu vida que debes cambiar o atender en vez de eliminar. El miedo puede revelarnos que somos más fuertes de lo que creemos y a la vez hacernos más inteligentes en vista de los posibles peligros que tengamos que afrontar.