lunes, 4 de noviembre de 2013

                        El picoteo del ocio


Cuando nuestras aficiones son variadas, podemos pasar de  una a otra actividad disfrutando y experimentando, pero al mismo tiempo acostumbra a suceder que en el ocio al ir de acá para allá sin llegar a profundizar  nos quedamos meramente en la superficie, sin llegar a dominar y por lo tanto disfrutar plenamente de la actividad, sea esta un sencillo curso de cocina o la talla de la madera por poner algún ejemplo, y por lo tanto es fácil perder el interés. Así pues, si el interés es la emoción positiva que se experimente con mayor frecuencia, este es el motivador más importante de muchas acciones y nos guía tanto en la percepción como en la atención. El interés está presente en la conciencia ordinaria la mayor parte del tiempo y el cambio y la novedad son las claves determinantes del interés.
Sin embargo, a pesar de que hoy en día es fácil acudir a cursos muy variados y además abunda la novedad de actividades, ( véase sino las diversas actividades que ofrecen los centros deportivos o gimnasios ), a menudo sucede el abandono de las mismas, o el cambiar permanentemente de actividad sin que ninguna nos llegue a apasionar verdaderamente. Quizá la elección no ha sido  acertada; pero a menudo es más frecuente el que no le dediquemos el tiempo necesario para ver resultados, ni tengamos la paciencia que esa afición requiere, y no digamos si deseamos apasionarnos por algo- y que sería del hombre sin pasiones, nada o casi nada- pues resulta que toda afición posee su propio vocabulario, su lado sensual (olores, sabores y sensaciones ) y su dimensión intelectual y emocional como muy bien señala el escritor Harry Eyres en su acertado libro Carpe Diem. Lecciones de vida con Horacio.
Si solamente nos dejamos guiar por la novedad de la actividad, es probable que pronto perdamos el interés, en cambio si definimos qué queremos y como, al definir este valor clarificamos hasta dónde podemos y queremos llegar. Por ejemplo, hay que saber esperar a que la temperatura del agua llegue a los cien grados para que hierva y deje de ser agua, así mismo tenemos que pasar por cierto tiempo de práctica constante para que se produzca un cambio cualitativo, por lo tanto el punto crítico siempre llega pero sólo quien es lo suficientemente paciente y constante lo alcanza, el problema reside en que muchas personas abandonan antes de alcanzarlo y repiten en otra actividad quejándose con bastante frecuencia de que su ocio “ no les llena”. Así pues, la paciencia y la constancia son esenciales para poder conseguir algo realmente importante en cualquier campo, sin embargo en una sociedad tan excesivamente apegada a la inmediatez y a la novedad y permanentemente retroalimentada por la tecnología y los medios de comunicación difícilmente fomentará estos valores.


1 comentario:

  1. Es que nos hemos acostumbrado tanto a lo rápido que no somos capaces de perseverar en nada, me incluyo, he abandonado tantas cosas que solo me he llenado de insatisfacción.

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