miércoles, 8 de diciembre de 2010

Hacia una sociedad panóptica

La fisonomía del centro de las ciudades se metaformosea con la instalación de cámaras. La única finalidad - eso es lo que se argumenta- es multar a aquellos conductores que circulen por el centro peatonalizado y no sean residentes. El puro afán recaudatorio en tiempos de crisis recorre todos los intersticicios del ciudadano medio, y de paso se controlan todos y cada uno de los movimientos del ciudadano-consumidor que solamente le queda el derecho a la mera protesta. La ciudad de Londres es la que se lleva la palma contando con mayor número de cámaras instaladas y estrategicamente situadas aunque aquí el objetivo es en nombre de la seguridad de esta ciudad flemática donde todo tiene que estar controlado. Aunque en unas ciudades se persiga al infractor y en otras al posible terrorista o sospechoso, ambas finalidades confluyen en ir en la dirección de una sociedad panóptica ( el panóptico es un centro penitenciario ideal diseñado por el filósofo Jeremy Bentham en 1.791. El concepto de este diseño permite a un vigilante observar ( -optión ) a todos ( pan- ) los prisioneros sin que estos puedan saber si están siendo observados o no ), donde en nombre de la seguridad o por el bien de todos se recorten libertades y a la vez la vida privada del ciudadano sea cada vez más y más sometida a todo tipo de estrategias de control. Puede parecer que esto que sostengo sea exagerado pero no les si ya estamos tan acostumbrados a ver en las noticias como unos atracadores de bancos son filmados por las cámaras de seguridad, como en el metro cuando alguien le da una paliza a un sudamericano es filmado y como en los aeropuertos y demás lugares de transito las cámaras tiene una gran presencia. Todo progreso y avance tiene sus pros y sus contra, pero más bien parece que la tecnología avanza en la dirección que guía al mercado y no en la que realmente son los problemas y retos de la sociedad del siglo XXI. Así pues parafraseando lo que se argumenta en la película Sacrificio de A. Tarkovski : "existe una total falta de armonía , de equilibrio entre nuestro desarrollo tecnológico y el espiritual ". O más bien como sostiene el filósofo Nicolás Gómez Dávila: "estamos viviendo en un campo de concentración sin alambradas "; aunque cabe añadir que las alambradas ya se están tejiendo.

2 comentarios:

  1. Ay, la vieja tensión libertad-seguridad…Que quieres que te diga, Eduardo, esas cámaras en las calles parecen juguetes para viejos cotillas si los comparamos con los sistemas de control invisible a los que estamos sometidos: desde nuestro imborrable rastro en internet hasta el talonario de tarjetas que llevamos en nuestra cartera, cada una con un microchip implantado ahí, tan cerca del corazón, y que va registrando cada uno de nuestros actos como sujetos de consumo, cada uno de nuestros deseos mensurables, cada debilidad, también quizás cada renuncia o cada aplazamiento. Eso sin hablar del control que ejercen los medios de comunicación, claro. Vamos, que el asunto de la seguridad ha cambiado no sé si de manos, pero sí de formas. Por otro lado la seguridad y el control son el reverso del miedo, también multiforme y cambiante. Ahora mismo ante la inseguridad económica todas las demás inseguridades palidecen y parecen declinar. Y la única seguridad que ofrecen los Estados ante esa inseguridad es paradójicamente más descontrol. Tal vez los Estados se hayan visto reducidos a estadillos, y nosotros sin enterarnos.

    Un abrazo panóptico, Edu.

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  2. Pues yo, discúlpenme, pienso que en muchos casos son necesarias, sobre todo para mi protección, en éstos tiempos y viviendo en un lugar donde no hay policía durante la noche el que el caco se sienta vigilado es un sistema de protección pasiva.
    A mi no me importa que haya cámaras en las esquinas, yo no necesito esconderme de nadie, ni que se sepa donde estoy, es mas agradeceré el que desde mi ordenador puedan conocer donde me encuentro vía teléfono o vía Google earth, eso es ya posible.
    Otra cosa es lo que harán los controladores de esas cámaras con lo que captan, lo que hagan con esos datos puede constituir delito.
    Pienso que la técnica tiene que estar al servicio del ciudadano y no que quien la controle juegue a ser Orwell y la cámara se sienta el "gran hermano", hermano fisgón..diría yo.

    Un abrazo, un simple pero cariñoso abrazo..

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