domingo, 27 de febrero de 2011

De las expectativas al uso del ocio

Lo que las personas hacen en el tiempo libre muchas veces es un reflejo de su personalidad. Una vez concluidas las responsabilidades laborales e incluso las familiares, es cuando uno dispone de tiempo libre para el ocio, y parece ser que pese al cansancio de la semana el viernes por la tarde es cuando las personas se encuentran con el ánimo más elevado; sin embargo, el domingo por la tarde el ánimo decae para alcanzar la cota más baja probablemente cuando el lunes se despierte.
Esto parece indicar más bien un reflejo de cómo los ciudadanos por semana no disponen de tiempo para sí mismos, y por otro lado lo que promete el fin de semana a veces ni siquiera se ve cumplido ni en parte, o bien por depositar muchas esperanzas en él, porque el tiempo atmosférico falló o por cualquier otra contingencia. Como los estados anímicos dependen de lo que hacemos, incluso del qué y con quien, estaría bien comenzar por introducir cambios en la propia dinámica diaria y cotidiana, y muchas veces aprender a decir no a ciertos compromisos siendo fiel a uno mismo; incluso saber que viviendo con satisfación cada día (aunque sea un día laboral) conseguiremos además no depositar falsas esperanzas en el fin de semana.

Sin embargo, hay personas para quienes, al contrario, el tiempo libre es un suplicio o cuanto menos un aburrimiento, y no sabiendo que hacer con él, se entregan a cualquier ocio pasivo con tal de pasar el rato, o más bien matar el tiempo, si no es el paso del tiempo aburriéndose el que acaba por matar a uno; y para que esto no suceda es coveniente atreverse a realizar actividades nuevas, librándose de prejuicios y miedos, así como aprender a relacionarse mejor para ampliar la red social. Como dato curioso, se dedica más tiempo a la relación a través de las redes sociales que a las reales, y esto es que la vida de ficción ha suplantado la realidad; así que para no acabar teniendo una vida de ficción, cambiar es necesario.

3 comentarios:

  1. Coincido con tu planteamiento, la forma en que disfrutamos nuestro ocio, nuestros hábitos de tiempo libre, nuestras aficiones, dicen mucho de nosotros.

    Cualquiera que conozca mis aficiones, podrá sacar conclusiones...

    Lo de las expectativas igualmente cierto, seguro que todos queremos compensar el cansancio semanal con expectativas que superan la realidad.

    Me conformo con una cena agradable, y un buen descanso, mejor un viernes, luego el breve discurrir del fin de semana me hace recluirme en casa llegada la tarde del Domingo con una enorme depresión temporal, por saber que la rutina semanal, de nuevo, comienza el Lunes.

    Deberíamos de poder y saber recuperar las siestas, las charlas con los amigos o algún premio para nuestros sentidos y es que, en realidad, la vida es un conjunto de pequeñas cosas, son recompensas que nos concedemos para hacer mas llevadera la vida, y no nos damos cuenta de que la vida en si misma debe de ser el premio aunque las circunstancias nos hagan verla de forma descentrada.. es como si todos precisásemos de una lente nítida.
    Habrá que buscarla..

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  2. Curiosamente el ocio pasivo termina convirtiéndose en un trabajo, y el fin de semana en una prolongación de la semana laboral mediante un ocio dirigido, en el que a la obligación de trabajar sigue la obligación de divertirse, teniendo en cuenta que se trata siempre de diversiones dentro de la oferta oficial de ocio que no es más que otra forma de consumo. Qué bueno sería romper, tal y como apuntas, con esa dinámica del fin de semana enfrentado a la semana laboral, pero lo cierto es que los horarios laborales que la mayoría de las personas sufren en este país no lo facilitan precisamente. Y eso para el que aun tiene horario laboral al que agarrarse. Al final la cuestión estriba en ser capaz de reconocer qué es realmente aquello con lo que uno disfruta, aunque no tenga nada que ver con lo que socialmente se entiende como ocio.
    En cuanto a las redes sociales y la vida de ficción habría mucho que hablar: también en la vida real hay mucha ficción, siempre la ha habido. Hasta que punto en las redes sociales la gente vive una vida ficticia o por el contrario se muestra más como realmente es, es algo que no tengo del todo claro. Y en todo caso, las redes sociales ya forman parte de la realidad tanto como las calles, los bares, los parques o los cines (bueno, los cines cada vez menos) Como siempre, lo ideal sería encontrar el punto de equilibrio.

    Un fuerte abrazo.

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  3. Lo que también está sucediendo es las redes sociales se están convirtiendo en un subterfugio para las personas que sufren de ansiedad social, o bien para aquellas que carecen o poseen pocas habilidades sociales. Las redes sociales como muy bien señalas son una realidad, pero no es la realidad donde los adolcescentes y jóvenes aprenden a hacer amigos y conocidos.

    Gracias por el comentario.


    Un fuerte abrazo, Eduardo.

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