martes, 6 de octubre de 2015

                       Tiempos oscuros

Casi todos los amigos o conocidos que tengo trabajando en educación, se quejan fundamentalmente de la cantidad de burocracia a la que se tienen que enfrentar en su labor docente, y de los problemas de disciplina del alumnado. Si unido a esto, añadimos el que los planes de estudio cada cierto tiempo cambian en la dirección de suprimir horas de la signatura de filosofía, para añadir a la asignatura de religión, el recortar horas en educación musical y en plástica, el cóctel es perfecto para crear ese hombre unidimensional que también describió H. Marcuse allá por 1.965, un individuo eminentemente práctico, técnico, este sistema daría lugar, según el autor, a un universo unidimensional, con sujetos con "encefalograma plano", donde no existe la posibilidad de crítica social u oposición a lo establecido. Es de sobra conocido el que médicos o ingenieros recién licenciados se vanaglorian de no haber leído jamás una novela, como si esto fuera un motivo para enorgullecerse, cuando más bien es preocupante.
Se supone que la educación integral del niño va encaminada al desarrollo de todas las capacidades para hacer de él un ciudadano responsable, libre etc…que le permita desenvolverse en este mundo globalizado del siglo XXI que nos ha tocado vivir, pues bien, la filosofía como decía el escritor Luis Landero en un artículo que deberían leer todo político, sirve: “para defendernos de las banalidades y desenmascarar los discursos baratos, tramposos y fatuos de la mayoría de los políticos.” En definitiva, constituyen un arma sumamente eficaz para poder tener una opinión crítica frente a este mundo, sus injusticias y también poder razonar con mediana claridad, entre otras muchas cosas, casi nada.
En cuanto a la educación musical se refiere, en este bendito país, esta asignatura siempre se la considerado más bien de segunda, una maría y pocas personas tocaban un instrumento hace unas décadas. Evidentemente también se puede vivir bien sin haber escuchado a Beethoven con la debida atención, y además no leer ninguna novela, pero curiosamente cuando un niño siente la música se pone en movimiento, percibe ritmo, manifiesta alegría- algo que no se siente en nuestra calles, ni nuestras ciudades-, si hasta las canciones de cuna poseen la función de calmar, tranquilizar al niño, y además de trabajar la memoria, la atención y la concentración. La música nos aproxima a la parte espiritual del hombre, incluso se puede decir que todas las ceremonias o rituales importantes están impregnados de la música.
La neurociencia tan en boga en la actualidad, ha descubierto hace tiempo los beneficios para el sistema nervios de escuchar a Mozart, pero sin la necesidad de acudir a lo que la ciencia descubre y afirma basta con oír al escritor Kurt Vonnegut: “la música hace que casi todo el mundo disfrute la vida más de lo que la disfrutaría sin ella.” Capaz de cambiar los estados emocionales del hombre, quién no se animado en un mal día cuando escucha una determinada música.
Pero además, antes de escuchar hay que estar previamente en silencio, y ese silencio  indica una disposición previa, una apertura y
respeto hacia lo que va a venir, aprendiendo a estar quieto y en silencio, dos aspectos básicos y necesarios en la educación.
En cuanto a la educación plástica se refiere también se la ha considerado una maría, pero constituye una actividad que permite el que se trabaje con el  “yo observante”, que quiere decir esto. El psicólogo Russ Harris lo explica así: “el yo observante es distinto del yo pensante. El yo observante no piensa, es esa parte de ti, encargada de la concentración, la atención y la consciencia. Aunque pueda observar o prestar atención a tus pensamientos, no puede producirlos.
Imagínate que contemplas una puesta de sol extraordinaria. Hay momentos en los que no haces más que mirarla. Tu mente está tranquila, no discurren pensamientos por tu cabeza, simplemente registras los muchos colores del espectáculo que tienes ante tus ojos. Esta vez el que está manos a la obra es tu yo observante: está observando, no pensando.
Entonces interviene tu yo pensante: - vaya, mira cuantos colores. Esto me recuerda esa puesta de sol que vimos el año pasado durante las vacaciones. Ojala tuviera mi cámara. Es tan bonita, parece sacada de una película-. Cuanto más atención le preste tu yo observante a los comentarios del yo pensante, más perderás el contacto directo con esa puesta de sol.” Pues bien, cuando un niño se concentra en el dibujo o la pintura que realiza y se le ve enfrascado, concentrado y que además disfruta, está interviniendo ese yo observante, que además le permite descansar su mente de otras actividades académicas, aprendiendo a observar se abre la puerta para llegar a contemplar y por lo tanto fluir con la actividad, se produce la ruptura con el tiempo lineal y sentimos que el tiempo ha pasado más deprisa; de ahí que muchas personas comentan, adultos y niños: “cuando pinto me relaja” o “parece que está en Babia cuando se pone a dibujar.”
Como decía el psicólogo soviético L. S. Vygotsky en la obra La imaginación y el arte en la infancia: “es precisamente  la actividad creadora del hombre la que hace de él un ser proyectado hacia el futuro, un ser que contribuye a crear y que modifica su presente.”
Quizá, lo que realmente le interesa a los que nos gobiernan es crear individuos sin capacidad crítica, ni cultura o sensibilidad artística, para que sean futuros consumidores pasivos y dóciles, fáciles de dirigir y que estén tiranizados por la pluralidad de objetos de consumo y en perpetua rivalidad entre ellos, para que así el sistema esté bien engrasado y continué funcionando.
Suscribo lo que Luis Landero decía: “diríase que hay una conjura para que estas cosas sean así. No de otro modo se puede interpretar el desprecio y la saña con que nuestros gobernantes persiguen las humanidades en las escuelas y a la ciencia y a la cultura allá donde se encuentre. Como si hubieran recibido de ellas una afrenta que hay que vengar y reparar.”


1 comentario:

  1. De acuerdo en todo, Eduardo, y me gusta mucho esa correlación observar-contemplar-fluir.
    Solo discrepo en una cosa: no creo que nuestros gobernantes se planteen siquiera qué tipo de individuos se están formando: simplemente se pliegan a lo que ellos consideran exigencias del sistema económico actual, lo que casualmente coincide con sus intereses personales y confunden así lo útil con lo utilitarista. A partir de ahí todo lo demás son efectos colaterales que les traen completamente sin cuidado.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar